Ya hace unos años de esto que voy a hablar, y creo que la perspectiva del tiempo me permite ser objetivo, al menos, todo lo objetivo que se puede ser cuando se habla de uno mismo.
Esta vez voy a hablar de mi faceta como actor, que además coincidió en el tiempo con mi faceta de enmarcador, ya que esta última fue muy dilatada.
Un buen día una amiga nos propuso ir a ver a una compañera suya que actuaba en un teatro de Lavapiés, y como siempre me ha gustado el teatro y las artes escénicas en general, no me pude negar, más teniendo en cuenta que mi amiga nos prometió a todos los que fuimos que no nos íbamos a "quedar fríos".
La obra en cuestión era la visión, muy particular que Antonio Díaz Florian había hecho hacía años de La Casa De Bernarda Alba, de Federico García Lorca.
Efectivamente la obra no mos defraudó en absoluto, más bien al contrario, salimos de aquel incómodo, pero bellísimo lugar encantados con esta adaptación, en la que las actrices encarnaban los personajes de esta farsa de rodillas, para así, parecer enanas feas y casi desfiguradas.
A la salida del teatro, las propias actrices nos ofrecieron un sobre en el que encontrabas una cuartilla en la que te invitaban a dar tu opinión sobre la obra. Además, dentro del mismo podías encontrar información del teatro tal como: "si quieres participar en nuestros talleres, llámanos". Así lo hice, llamé, y para mi sorpresa durante esa misma llamada me ofrecieron el que fue mi primer papel en una obra de teatro remunerada y que constaba de una sola frase y a penas unos minutos en escena.
En mi primera visita al teatro después de esta obra me enamoré de aquel lugar, de aquella gente y de la escena. Ensayar pasó a ser la cosa que más me gustaba en el mundo, y he de decir que no es fácil; es complicado, cansado, agotador tanto mental como físicamente, pero un ejercicio de depuración increíble.
A partir de ahí todo fue rodado, muchos ensayos, participación en todos los montajes de la compañía, nuevos papeles, etc. Durante bastante tiempo mantuvimos en cartel Bodas De Sangre, una vez más de Lorca y una vez más adaptada por Antonio. Aquella fue una de las mejores experiencias de mi vida. Era genial ensayar y compartir tareas con todos los que participamos en aquel montaje, y ni que decir tiene que era sobrecogedor recibir el calor del público en cada exclamación, risa, llanto y por supuesto en el aplauso final.
Una de las últimas veces que fui a ver aquel fantástico lugar (si no la última), fue a ver Bodas De Sangre, con un equipo completamente diferente al nuestro. La experiencia fue maravillosa, nunca lo olvidaré, al igual que nunca olvidaré lo que pasó al terminar la función. Y por supuesto jamás olvidaré aquel mágico lugar en el que reí, lloré y sangré.
Por todo esto, debo dar las gracias al Teatro Espada De Madera, ya que me ayudaron mucho en aquel momento y me abrieron la puerta del mundo de la escena.
Fue muy interesante descubrir tu faceta de actor, en la cual hoy sigo creyendo aunque no quieras hacer más pinitos, de momento.
ResponderEliminarViva el teatro.
Emocionante!!!
ResponderEliminarYo tuve la suerte de disfrutar de tu etapa, y sin duda para mí también fue unas de las más vivaces, oscuras y bonitas de mi vida...
Supongo que el recuerdo de etas cosas van creciendo en su valor con el paso de los años, y a veces no valoramos tanto como se merece la vida que hemos tenido hasta que no pasa un tiempo prudencial...
De alguna forma fuimos, somos y seremos(yo un poquito tambien aunque jamás actué) el teatro espada de madera...
María: Para mi también fue muy interesante e instructivo, digo yo que algo vovlveré a hacer, pero nunca se sabe.
ResponderEliminarMarcos: Aquelloso años de farándula y crapuleo fueron muy buenos. Todos somos parte de aquel lugar y su espíritu.
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