Hace unos días quedé a comer con los que fueran durante casi 9 años mis jefes.
Primero solo eran los hijos del jefe, con ellos me llevaba bien, pero nada del otro mundo. Luego el gran jefe se jubiló y pasé a tener una relación mucho más estrecha con ellos, sobre todo con uno, y no tardando mucho se convirtieron en mis amigos.
La comida surgió de una manera inesperada:
Mi hermano, de camino al cine y por que le pillaba por allí se pasó por el que fuera mi trabajo y estuvo hablando con el menor de los hermanos que fueron mis jefes, con el que trataba menos. Allí, él le dijo que trasladaban el taller que durante casi 9 años fue mi lugar de trabajo. Durante casi todo ese tiempo fui muy feliz allí y aprendí casi todo lo que se puede aprender de un oficio, ya que aprendí de un auténtico gigante. Además del oficio aprendí aquello de "si es difícil lo haremos, si es imposible lo intentaremos" y he de decir que durante es espacio de tiempo nunca rechazamos un encargo, por difícil que pudiera parecer.
El caso es que se trasladan fuera de Madrid y ese fue el motivo (o uno de ellos) de la comida.
Fue un poco triste ir por última vez a un lugar en el que como dice el título, pasé muy buenos años, de los mejores de mi vida laboral, pero a la vez estuvo mjy bien volver a compartir mesa y mantel con esta gente en el mismo sitio en el que hicimos nuestra primera cena de empresa.
He de recalcar que el trabajo que tengo ahora me apasiona, pero si que es cierto que aquello fue algo diferente. No sé si por ser mi primer trabajo "serio" o por qué, pero desde que me fui pienso que es un lugar al que me gustaría volver.
Ya veremos.
Alguien dijo que a los lugares donde has sido feliz no debes volver, pero sinceramente yo no creo eso, pienso que esos sentimientos aunque un poco dolorosos son muy bellos...
ResponderEliminarAla... No lo había leído todavía y me he puesto a llorar como una tonta!
ResponderEliminarNo extrañan Alberto, fueron buenos años para todos y muchísimas horas en el taller.
EliminarRenovarse o morir ¿no?